jueves, 16 de agosto de 2012

CUATRO POEMAS DE VELEMIR JLIÉBNIKOV


[Velimir Jlébnikov (1885-1922). Poeta ruso, etimólogo, lingüista y fundador del futurismo ruso junto con Vladímir Mayakovski. De origen tártaro, estudió matemáticas en la universidad de Kazán y se unió a los círculos vanguardistas de San Petersburgo antes de la Revolución. Desarrolló la noción de poesía transracional (zaumni) según la cual el poeta debía revelar el protolenguaje universal oculto en las palabras, las consonantes y los sonidos. Renovador del lenguaje poético, exploró los recursos creativos de la lengua rusa para crear un nuevo idioma universal, el zaum, cuyo objetivo utópico era contribuir a la unión de todos los poetas del mundo.

(Tomado prestado del blog Rumores Eternos)]




Velimir Jlébnikov visto por Vladimir Burliuk



Exorcismo con risa

¡Ah, sonreíd, reidores!

¡Ah, engreíd, risueños que reís con risotadas! ¡Qué hazmerreír ridículos!

¡Ah, reíd risiblementeB

¡Ah, sonrisueños rientes —- risoteos de irrisorios risibles!

¡Ah, risibilidades, ridícula rísica de irrisibles rientes!

Ristoleros, ristoleros,

risos irrisorios, risadas reidoras,

irrisorios, irrisorios.

¡Ah, sonreíd, risueños! 
  


Corrialeteando

Corrialeteando la aureografia

con sutiles vénulas,

el grillo, ahovilló en la danza de su panza

multitud de hierbas y juncos ribereños.

Pin-pin-pin, tronó el mensajero.

¡Oh cisnescencia!

¡Oh crepuscular temescanto! 
  


Números

Os contemplo, ¡oh números!,

y me parecéis disfrazados de bestias con vuestras pieles,

la zarpa apoyada sobre robles descuajados.

Regaláis: la unidad entre el serpentino movimiento,

el espinazo del universo y la danza de la palanca.

Permitís comprender los signos como dientes de una risa entrecortada.

Mis pupilas se han abierto en forma de objeto.

Saber, cuando su dividendo es la unidad, cuánto será el yo. 


  
Los piojos me rogaban

Los piojos me rogaban inútilmente

mientras trepaban cada mañana por mis vestidos,

y cada amanecer los ejecutaba

escuchando sus crujidos,

aunque siempre afluían de nuevo tranquilamente.

Rusia, yo te he donado

mi blanco cerebro divino:

soy yo, soy Jliébnikov.

Hundí las estacas, los ejes, en el alma del pueblo,

y levanté sobre pilotes una casa,

«Nosotros los futurianos».

Hice todo ello como un miserable,

un ladrón, dondequiera maldito por las gentes.