martes, 31 de agosto de 2010

LUNA PARK. Poema instantáneo del siglo XX por Luis Cardoza y Aragón

[Luis Cardoza y Aragón (21 de junio de 1901 - 4 de septiembre de 1992), poeta, ensayista y diplomático guatemalteco; sin duda, uno de los intelectuales más determinantes del siglo XX en Guatemala. Nació en la ciudad de Antigua Guatemala, pero pasó gran parte de su vida afincado, por razones de exilio político, en México, donde falleció. Por su longevidad y universalidad cultural, su obra es profusa y variada, destacando el ensayo de crítica artística y, desde luego, la poesía. De él, el premio Nobel de literatura mexicano Octavio Paz dijo: "Oímos a Cardoza defender a la poesía, no como una actividad al servicio de la Revolución, sino como la expresión de la perpetua subversión humana. Cardoza fue el puente entre la vanguardia y los poetas de mi edad. Puente tendido no entre dos orillas sino entre dos oposiciones".

Siendo el abogado Gregorio Cardoza, su padre, perseguido por causas políticas por el dictador Manuel Estrada Cabrera, Luis Cardoza y Aragón creció y se educó entre la Antigua Guatemala y la Ciudad de Guatemala hasta que, en 1920, viajó a París, donde estudió por un tiempo medicina y entró en contacto con algunos de los escritores más influyentes del momento, como André Breton y Louis Aragon, y con las ideas e inquietudes sociales que le ocuparían ideológicamente. Sería importante el contacto con el mayista francés Georges Raynaud, que le animó a traducir el drama maya-achí "Rabinal Achí", del francés al español (ver a Charles Étienne Brasseur de Bourbourg). Ahí se reunió, asimismo, con su compatriota Miguel Ángel Asturias, que por aquella época estudiaba en La Sorbona. Su primera obra, "Luna Park" (1923, editada en París y dedicada al cronista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo), manifiesta la influencia surrealista, constante a lo largo de toda su literatura. La eclosión del surrealismo tomaría en él particularidades propiamente americanas, con una tendencia indigenista clara y de fuerte raigón. Continuó con la crónica de viaje "Fez, ciudad santa de los árabes". Revistas culturales de México publicaron en la década de los 20 varios artículos de su autoría.

Viajero ávido, Luis Cardoza fungió como cónsul general de Guatemala en Nueva York y Cuba, donde conoció a García Lorca; por esos años, meditaba en la que considerara su obra de mayor envergadura hasta entonces, que llamaría "Pequeña sinfonía del Nuevo Mundo". Abandonó el cargo diplomático a principios de los años 30 al instaurarse la dictadura del general Jorge Ubico. Se trasladó como exiliado a México, donde formó parte de la "Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios" (LEAR). En México trabajó con Xavier Villaurrutia en un informe para la Escuela Nacional de Artes Plásticas y dio la bienvenida a un viejo amigo de Francia, Artaud. Tras la abolición del régimen dictatorial de Ubico en 1944, al triunfar la revolución democrática en ese año, a Cardoza se le eligió como miembro de la Asamblea Constituyente. Enemigo de las dictaduras, la revolución de 1944 sería un evento trascendental para Cardoza, comprometido acérrimamente con las causas democráticas. Fundó y dirigió la "Revista de Guatemala", de arte y cultura, gran escaparate del libre pensamiento, algo inusitado luego de largos años de opresión, y que tras el derrocamiento de la revolución de 1944 se quemó en hogueras públicas por considerarla propaganda comunista. Fundó también "el Movimiento Guatemalteco por la Paz" y "la Casa de la Cultura de Guatemala". Una vez instaurado el gobierno de Juan José Arévalo, se le designó como embajador en Suecia, Noruega y la URSS, y posteriormente trasladado a Colombia, Chile y Francia. Por la intervención estadounidense que derrocó al gobierno de Jacobo Arbenz y la guerra civil de Guatemala, que duró más de 36 años, tuvo que dejar nuevamente el país, e instalarse otra vez en México con su esposa Lya Kostakowsky, donde trabajó como colaborador para el periódico El Nacional.

En el exilio, en 1959, publicó "Guatemala, las líneas de su mano", probablemente el retrato de más rotundidad de Guatemala en un ensayo sin comparación para las letras nacionales: con una narración impecable y bella, Cardoza y Aragón ofreció una descripción precisa de Guatemala y de los guatemaltecos, desde pasados bullentes y estudio de arte y literatura hasta las raíces vitales del propio autor, rezando una realidad vertida en prosa justa, a veces poesía, en la que todo va destinándose a un solo momento realmente esperanzador, según él, para los anales de su patria, el de la revolución de 1944, para entonces destruida. Su oposición y crítica a las dictaduras militares hicieron que no pudiera volver a Guatemala; volver habría significado cárcel, tortura y muerte seguras, como sucedió con tantos otros intelectuales guatemaltecos en la época más brutal de la represión estatal. El dictador militar Romeo Lucas García lo acusó públicamente, a principios de los años 80, de ser el líder intelectual de los movimientos insurgentes de Guatemala, acusándolo de dirigente de guerrillas comunistas, una sentencia de muerte en la Guatemala de ese tiempo. En su país, varias entidades le confirieron honores en ausencia: en 1970, la facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala lo nombró "emeritisimun"; la Asociación de Periodistas de Guatemala le otorgó en 1978 el galardón "Quetzal de jade"; ese mismo año, su ciudad natal, Antigua Guatemala, le confirió la orden "Diego de Porres". En julio de 1979, el gobierno mexicano le otorgó la condecoración de la "Orden del Águila Azteca", máxima presea que confiere México a un extranjero. Nunca regresó a Guatemala. Antes de morir en México, en 1992, a Cardoza y Aragón se le aclamó por sus obras, en especial por su labor como crítico de arte y como gran comentarista de la pintura mexicana del siglo XX.

(Extraído de Wikipedia
)]



A Francis de Miomandre

En un Luna Park
El creador filma la Vida,
Y sobre ese panorama,
Están tendidos todos nuestros nervios:
Estrépito sin descanso,
Hombres y mujeres en las fábricas
Al lado del músculo obediente
Fiel
Y sonoro de la máquina,
Fauna del HOMBRE.
Ferrocarriles, aeroplanos, barcos,
Vías subterráneas,
Arterias de la vida del mundo
En donde somos:
Glóbulos blancos,
Glóbulos rojos,
Bacterias...
Vida febril,
Mecánica,
Ásperamente práctica;
Agonía de los últimos románticos
-Siempre habrá los últimos-
Belleza del espasmo.
Vértigos de montañas rusas.
Las horas muertas no tienen minutos.
Epilepsias del jazz band.
Emoción.
Un alta marea,
La energía del mundo.
De fiebre brillan los ojos de las mujeres.

Los corazones golpean los pechos de los machos.
Y hay un grito que se angustia
En la garganta de todos:
¡Vivir! ¡vivir! ¡vivir!

Siglo neurasténico.
Todos somos un poco enfermos:
El hombre: un convaleciente,
Un convaleciente de la vida.

Espiritualidad de la materia:
Parecen nuestros cuerpos
Proyección de nuestras sombras.
Asomada el alma
Al espectáculo del mundo,
Ha sentido en su fiebre mi fiebre,
Y he oído el profundo
Latido de su corazón,
Como si fuese a estallar.

El prisma intelectual del siglo XX
Ya no más descompone
En los siente colores,
La luz de la moderna
Espiritualidad.

Intermitencia de lágrimas y risas.
Tragedia.
Sainete.
Farsa.
¡Aún no está seguro
De su papel,
El mundo!
A veces llora
por reír;
A veces ríe
Por llorar.
Luna Park.

Velocidad.
Visiones del África Ecuatorial
Con la aurora boreal.
En la mañana de hoy
Estaba en Shangai.

Ayer dormí en New York
¿Cenaré en París?
Babélica conflagración
De lenguas y de razas.

Tierra, Arca de Noé constante,
Esponja empapada de sangre y de sudor de hombres;
Bosques de chimeneas fumando,
Cirios de colosos
Que se acaban de apagar;
Ciudades que no duermen,
Ennegrecidas de carbón de piedra
Y olorosas a petróleo,
Sangre de la Tierra;
Nerviosidad de clepsidras,
Pavor del minuto
Muerto sin vivirlo.
¡Pavor, pavor, pavor!
¡Alegría del minuto deleitado,
Tal un gajo del fruto de la vida!


Torre de Shukhov en Moscú (1922)